Semana,
la revista semanal más importante de Colombia, publicó un editorial escrito por
Alfonso Cuéllar, que exploraba las enlaces entre la industria petrolera
colombiana y el proceso de paz con el ELN y las FARC. Cuéllar explica que las
FARC, reconociendo su debilidad militar, ya se enfoca en las petroleras. Las
FARC, con razón, consideran las petroleras como una fuente inagotable de plata,
y se han enfocado en las petroleras con extorción y secuestros, ataques contra
oleoductos y refinerías, resultando en mucha destrucción del medio ambiente.
Según
Cuéllar, si las FARC y el ELN dejan sus armas, el principal ganador sería la
industria petrolera colombiana. Las petroleras no tendrían que destinar tantos
recursos a la seguridad y podrían enfocarse en: “extraer la mayor cantidad de
hidrocarburos de la manera más eficiente, ambiental y socialmente responsable.”
Cuéllar dice que, “paradójicamente,” hay muchos actores en la sociedad
colombiana que impiden la exploración y la producción de hidrocarburos en
Colombia. Él insiste que, sin los recursos que se genera la industria
petrolera, no habrá manera de pagar para la resolución del proceso de paz. Sin
petróleo, no hay un posconflicto.
Cuéllar
describe la hipocresía en que muchos de los que son opuestos a la fractura
hidráulica también son los primeros en defender el proceso de paz, y la
importancia en invertir billones en programas sociales para garantizar que la
paz sea permanente. Él dice que sin el “fracking,” el posconflicto es
imposible. No existe un Plan B – no hay financiación alternativa a la industria
petrolera.
Esta
discusión franca sobre la importancia social de la industria petrolera
colombiana es muy bienvenida, y también nos ofrece lecciones sobre las
consecuencias segundarias del proceso de paz. Si se hace bien, el mejoramiento
en las condiciones de seguridad le ayudarían mucho a la industria colombiana, y
facilitarían un continuo crecimiento económico.
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